¿Qué carajos nos pasa a los seres humanos?
¿Por qué insistimos en regresar justo al lugar donde nos destrozaron? ¿Por qué volvemos a los brazos de quienes nos humillaron, nos manipularon, nos usaron y nos hicieron sangrar? ¿Qué mierda nos ata a esos espacios llenos de dolor? ¿Es la costumbre? ¿Es la maldita esperanza de que algún día esa persona cambie? ¿O es que nuestra alma aún cree que necesita algo de ellos: mamá, papá, hermanos, pareja, amigos, familia, conocidos...?
La verdad es dura: volvemos porque tenemos miedo de soltar. Volvemos porque nos aferramos a una fantasía, porque queremos creer que habrá un final distinto. Pero no lo hay. No lo habrá. Si alguien no ha hecho consciente su inconsciente, si no ha tenido la valentía de mirarse al espejo y hacerse cargo de sus mierdas, no lo va a hacer por ti. Punto.
Y mientras tanto, ¿qué pasa contigo? Sigues absorbiendo, cargando, tragándote la basura emocional de otros como si fueras su inodoro personal 🚫. Sigues partiéndote en pedazos esperando migajas. Y no, no mereces eso. No mereces seguir dándote golpes contra la misma pared, no mereces sangrar cada vez que vuelves a donde nunca fuiste valorado.
Hoy mi invitación es clara: corta los lazos. Sí, aunque duela, aunque queme, aunque te deje vacío un tiempo. Porque seguir ahí es matarte lentamente, y tú no viniste a este mundo a arrastrar cadenas que no son tuyas.
No esperes nada de quien nunca te dio nada. No te quedes esperando disculpas que jamás llegarán. No quieras amor donde solo hubo abuso, indiferencia o manipulación. Si no te sueltan, suéltalos tú.
Duele, sí. Arde, sí. Pero después de ese fuego viene la paz. Y cuando por fin logres cortar, vas a entender lo más brutal y liberador: no necesitabas a esa gente para ser feliz, solo necesitabas valor para largarte.
🔥💥